Por: Pablo Adrián
Lo que sucedió en Teuchitlán no es una película de terror, es la cruda realidad que estamos viviendo. La Guardia Nacional, esa institución que debería protegernos, está involucrada en un caos del que nadie quiere hacerse responsable.
Y no solo ellos, figuras como Lemus, con su acostumbrada cara de “yo no fui”, están metidos hasta el cuello en esta pesadilla. ¿De verdad nos sorprende?Es impresionante cómo, en pleno siglo XXI, seguimos siendo testigos de la impunidad más descarada. Los mismos actores políticos que nos prometieron seguridad y justicia son los que están perpetuando el horror.
¿Qué más tiene que pasar para que nos demos cuenta de que este sistema está podrido desde sus entrañas?Teuchitlán no es solo un pueblo, es un ejemplo de lo que sucede cuando el poder se junta con la impunidad. Y mientras todo sigue su curso, aquí seguimos, como espectros que miran sin poder hacer nada.
Lo que es una tragedia para los habitantes de ese pueblo, es solo otro capítulo más en la larga historia de un país que nunca aprende.
