CUANDO EL DOLOR SE CONVIERTE EN LUCHA

Ayer, en la marcha del 8M asistí a dos movilizaciones: la separatista y la inclusiva. Ambas fueron muy pacíficas y emotivas. Al conversar con representantes de los colectivos en la ciudad mencionaron el estigma que existe hacia los movimientos feministas, tanto en la ciudad como en general. Explicaron que se tiene una imagen errónea, pues se cree que es una corriente violenta y que odia a los hombres, cuando en realidad lo que ocurre es una falta de empatía y un sesgo derivado de no saber abrir la mente a una realidad que, desde hace años, debió haberse reconocido.


La mujer no es un objeto; es un ser humano como tú, ni más ni menos. Tiene todo el derecho a salir, decir groserías, practicar cualquier deporte, decidir por sí misma. Porque el objetivo es construir un mundo de oportunidades equitativas.


No tienes derecho a opinar sobre su cuerpo, su forma de vestir ni, mucho menos, a juzgar su manera de protestar. Nada ha cambiado pidiendo “por favor”, y la iconoclasia no se trata de destruir casas o bienes materiales ajenos, sino que es una forma de protesta porque, como se mencionó anteriormente, nada ha cambiado pidiéndolo amablemente.


Es importante destacar que, el feminismo no implica justificar o encubrir las malas actitudes de otras mujeres. Sin embargo, esto no significa que deban ser silenciadas o tratadas como algo desechable solo porque te incomoda lo que expresan o porque señalan que estás haciendo algo mal. El feminismo busca cuestionar las estructuras de poder y evidenciar las injusticias, lo cual puede resultar incómodo, pero también es necesario para avanzar hacia la igualdad.


A ti que tanto te molesta que se rayen paredes y se quemen monumentos espero que algún día no tengas que pasar por una situación así, para que entonces entiendas por qué se hace todo esto.
Y recuerda, si tu novio te maltrata, no te ama; la familia también se poda; no te quedes callada y rompe los patrones tan arraigados que tenemos. Eso no te hace mala, te hace libre.


No olvidemos los casos más cercanos e impunes en la ciudad, como los de Airis Estrella, Rubí Marisol Frayre Escobedo y su madre Marisela Escobedo Ortiz, Esmeralda Herrera Monreal, Claudia Ivette González, Laura Berenice Ramos Monárrez, Jacivi Alejandra, Silvia Arce, Griselda Mares, Dana Lizeth, entre muchas otras.


La lucha por la igualdad de género no se limita al 8 de marzo, es un tema atemporal que debe abordarse cualquier día, mes y época del año. Hasta que a todos se nos respete de la misma manera.
Cada día podemos informarnos al respecto y desarrollar nuestra capacidad de conciencia y empatía, con la finalidad de comprender que todo lo que se busca en cada marcha, protesta, huelga es hacer un cambio en la estructura social, judicial y federal. Un cambio en el que se corrompa a la impunidad y los ‘’carpetazos’’ no existan.
Susly M.

Los hombres deben de entender que las mujeres que protestan no son sus enemigas, y que su lucha es para el bien de todxs. Como hombres no debemos ni felicitar, ni marchar en los lugares donde las chicas no nos buscan, lo que debemos hacer es replantearnos nuestras actitudes machistas y tratar de evitarlas y eliminarlas en nuestra vida diaria ¿es difícil? Sí, pero vale totalmente la pena para la construcción de un futuro más justo y mejor para todxs”.
Alan A.


En la marcha participan diferentes grupos de mujeres; las que rompen, gritan y quienes marchan pacíficamente; incluso se ven hombres luchando por sus madres desaparecidas o a las que fueron víctimas de abusos. Todos se reúnen para marchar con el mismo objetivo: visibilizar la violencia que se vive en contra de las mujeres, buscan hacer justicia por quienes ya no volvieron y, sobre todo, que deje de haber feminicidios.


En el movimiento todas se vuelven una misma, desde las más pequeñas hasta las más adultas; ellas se apoyan y cuidan una a la otra. Las niñas tal vez no tengan conciencia total del cambio que buscan, pero ya saben que es importante que sean respetadas y que su voz sea escuchada.
Abigail C.


Tal vez no se está lo suficientemente listo para comprender el movimiento feminista hasta que puedes vivirlo e incluso asistir a una de las marchas. En ellas la sensibilidad te envuelve, ves miles de rostros destrozados por personas que han luchado incansables años para encontrar a sus hijos desaparecidos. Hombres y mujeres que son víctimas de un sistema creado a base de sangre, de violencia, de abusos y a las autoridades pareciera no importarles.


Son cientos de carteles que buscan darle una voz a quienes ya no pueden gritar. Mamás asesinadas por sus parejas, abuelas que vivieron décadas bajo maltrato machista, jóvenes que sufrieron un abuso y hoy salen a gritar lo que no pudieron gritar cuando eran niños; a infancias maltratadas, infancias a las que sus papás sí hicieron algo para buscar justicia ante el tipo de violencia vivida. Rostros tristes que se cubren de lágrimas al extrañar a quienes ya no pueden volver a abrazar. Eso es lo que ha creado Ciudad Juárez y México entero.


El Estado es el responsable de propiciar una cultura de violencia, y que se justifica ante la creación de instituciones para la defensa de la mujer, pero nunca son suficientes porque el trabajo no se realiza desde la experiencia. Por ende, tal vez la falta de empatía es lo que les falta para darles a todas esas familias víctimas de violencia una clara respuesta, evidencias que contengan un significado real y, sobre todo, darles penalidad a los responsables de asesinatos y desapariciones.


Son esos ojos llenos de lágrimas y dolor, quienes te hacen entender que ninguna marcha hará suficiente ruido para que se haga justicia. Justicia para todas nuestras muertas, justicia para las y los desaparecidos, justicia para investigaciones sin ‘’carpetazos’’, justicia para atención médica obstétrica segura, justicia para todos los niños, justicia para quienes han envejecido buscando a sus hijos y desenterrando huesos que pertenecen a los hijos de otros. Porque no hay que olvidar cuando el Estado les ofreció palas en Sonora para que las ‘’Madres buscadoras’’ pudieran escarbar lo que ellos no quieren.
Jiss A.