MÉXICO, EL PAÍS DONDE TE MATAN POR DECIR LA VERDAD

Es 23 de marzo y el calendario marca no solo una fecha más, sino una memoria para quienes ejercemos el periodismo en este país; nos recuerda que decir la verdad cuesta la vida. Miroslava no murió ese día, la mataron. La mataron por causar incomodidad con sus preguntas, por investigar lo que otros aun prefieren callar, la mataron por negarse a ser una coludida más de la impunidad que hay en México.

La mataron como han matado a tantos periodistas en el país, con el claro mensaje de que la verdad siempre será incómoda (no solo en el periodismo, pero eso ya es otro tema), y que, quienes la difunden deben pagar.

Escribo esto poniéndome en su lugar, sintiendo su miedo, viviendo ese momento o incluso el instante en el que recibió la primera amenaza. Si lo pensamos, es un riesgo que todos corremos en este trabajo: la falta de seguridad con la que salimos a reportear cada día. Y saber que cualquiera de mis colegas, que no son solo compañeros de trabajo, sino de vida, podrían ser los siguientes. Hace ocho años fue ella, pero mañana podríamos ser cualquiera de nosotros.

El asesinato de Miroslava no solo me duele como periodista, también como alguien que creció entendiendo la gravedad de la impunidad. Desde niña, mi papá me explicaba los casos que quedaban sin justicia; fue así como aprendí y entendí que vivimos en una sociedad repleta de estos y supe que había quienes se negaban a permitir este derecho.

Su trabajo me marcó. Me enseñó que el periodismo no es solo escribir noticias, sino dar voz a quienes han silenciado. Y algo que todos los periodistas deberíamos tener bien claro es que, para ser periodista, primero tenemos que ser buenas personas, porque de lo contrario no es periodismo: es propaganda, es colusión o solo un negocio.

Quien usa el periodismo para servir intereses o difamar no es periodista. Su valentía fue un acto de compromiso. Aun con miedo, aun sabiendo que su nombre podría ser el próximo en una cifra o en un titular, lo hizo. Y hasta la fecha, ¿quién nos garantiza que no seremos nosotros la próxima cifra?

Carta escrita por periodistas cercanos a Miroslava